martes, 8 de mayo de 2012

PRONTO SEREMOS MAYORÍA

(Artículo publicado en el Diario de Cádiz en diciembre de 2009)

Según Eurostat (Oficina de Estadísticas de la UE), en 2004, los mayores de 65 años representaban el 24,5 por ciento de los que tenían entre 16 y 64 años; es decir la edad productiva, la denominada “tasa de dependencia”. La medicina, los hábitos alimenticios, los flujos migratorios (que lejos de disminuir, se prevé un sustancial aumento) y las mejoras sociales, harán que en algunos años más, no muchos, este porcentaje alcance, nada menos, que el 34,23 en el 2025 y un 50,42 en 2050 (58,69 para España). Eso va a llegar, salvo cataclismo universal, y es asunto muy grave.
Mientras la pirámide poblacional ha tenido una base amplia, es decir, mientras la población en edad laboral superaba en la proporción de cinco a uno a las clases pasivas, no se planteaban problemas financieros para mantener un sistema de pensiones, no ciertamente generoso, más bien escaso en muchos casos. Pero, desde la perspectiva actual, digamos que suficiente.
De esa situación de hace unos años, hoy hemos pasado a justamente la mitad, es decir, dos y medio trabajadores activos, cotizantes, por cada pensionista.
Pero quien tiene la responsabilidad de gobernar no puede hacerlo a base de parches, no se puede limitar a resolver cuestiones puntuales, por muy urgentes que sean y debe ir más allá, debe prever y legislar para el futuro, aunque casi siempre es el futuro el que los sorprende, al menos últimamente, y sobre todo en cuestiones económicas.
Las técnicas estadísticas, que han mejorado sustancialmente en temas como la demografía, son altamente fiables, y eso es así porque una buena previsión está basada en datos históricos que son cada vez , lógicamente, más abundantes, controlables y por tanto fiables. Es decir, podemos dar por cierto, con el margen de error que toda previsión de futuro conlleva, que eso será así: Pronto seremos, o serán, mayoría los pensionistas.
Un lector brasileño, a quien agradezco su atención, me corregía, tras mis artículos sobre la sociedad civil, proporcionándome datos de informes internacionales, en los que España, en términos de riqueza, había pasado en los últimos tres años, de ser la octava potencia económica a la duodécima….y cayendo. Es decir, se está produciendo un empobrecimiento, relativo, del país, a la vez que su envejecimiento.
No es muy esperanzador el panorama. El Gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, (Mafo, le llaman cariñosamente, o debería decir le llamaban, sus correligionarios del PSOE), acaba de decirlo con toda claridad: Es urgente una reunión del Pacto de Toledo (vigente desde 1996) que prevea esta situación, e introducir en el sistema las reformas que palien, al menos, ese futuro tan dramático que se nos avecina.
No ha tardado el Gobierno, (nuestro Gobierno de diciembre de 2009, fecha del artículo), a través del Ministro de Trabajo y la Vicepresidenta Primera, en contestar al Sr. Fernández Ordóñez, y no lo hace recogiendo el guante, sino mandándole que se calle y descalificando, por erróneos según el Gobierno, sus informes.
Así no se resuelven los problemas. Así, como ha ocurrido con la crisis económica, se reaccionará tarde y mal. El camino es el mismo: Primero se niega la evidencia y no se toman medidas preventivas y cuando nos alcanza el tsunami, ya poco se puede hacer, si acaso esperar a que lleguen los equipos de socorro.
No sugeriré que esa mayoría natural de pensionistas, presentes y futuros, se articulen en un parido político, que tendría una mayoría garantizada, porque no creo en los partidos políticos (al menos con la experiencia española de los últimos años, ya lo dije en “De profesión: Político”), pero si me atrevo a sugerir la agrupación en una “asociación cívica” en una institución nacional que nos acoja a todos y defienda los derechos de quienes, tras una larga y, muchas veces, sacrificada vida productiva, hemos pasado, de lo que, pensábamos sería un merecido descanso, a lo que  está a punto de convertirse en una perpetua incertidumbre (hasta que se haga realidad la amenaza sobre nuestras pensiones).
Escasos son, de momento, los responsables políticos que predican con el ejemplo, disminuyendo, hasta lo posible, los enormes aparatos burocráticos de los que se han dotado en los últimos años, desde consejerías, concejalías, asesorías, liberados sindicales,(bueno esto da para otro  artículo completo), ministerios y hasta vicepresidencias sin funciones ni presupuesto, que distraen recursos económicos tan necesarios.
Algunos países, como Alemania y Austria, están ya tomando medidas para paliar esa dramática situación, mientras otros las tienen en estudio. Se trata de elevar las edades de jubilación, pasar de los teóricos 65, (la real no llega a los 62) a los 70 años, lo que no presenta excesivas dificultades, sobre todo para trabajos que no requieran un esfuerzo físico. Pero hay algo para lo que los mayores si estamos capacitados y que a la vez serviría para mitigar  una de nuestras mayores carencias: la educación. Poner nuestra diversa, rica y a veces dura experiencia al servicio de la formación de los más jóvenes, solo traería beneficio para la sociedad.

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