sábado, 23 de noviembre de 2013

URGE UNA LEY DE HUELGA

Publicado en el Diario de Cádiz el sábado 23 de Noviembre de 2013
             

             No se sabe muy bien por qué, la democracia española, después de treinta y cinco años y con alternancias de partidos en el Gobierno, mayorías absolutas y toda clase de alianzas, no se ha atrevido a legislar un asunto tan grave y prioritario como es la huelga.

       La Constitución de 1978, en su Art. 28.2 solo reconoce este derecho y habla a futuro de una Ley reguladora:
      Se reconoce el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses. La ley que regule el ejercicio de este derecho establecerá las garantías precisas para asegurar el mantenimiento de los servicios esenciales de la comunidad”.
El desarrollo normativo de los derechos de huelga y sindicación recogidos en el artículo 28 de la Constitución Española, debe realizarse mediante Ley Orgánica, que requiere un especial consenso parlamentario al exigirse, para su aprobación, modificación o derogación, mayoría absoluta del Congreso”.

Se refiere también al mantenimiento de los servicios esenciales de la comunidad, es decir el establecimiento de los servicios mínimos para que el resto de los ciudadanos puedan desarrollar su vida con normalidad.

Acaban de vivir los madrileños una huelga de recogida de basuras que ha durado 12 días, en los que no solo no se recogían los residuos urbanos, sino que los “piquetes informativos” formados por sindicalistas y antisistema han causado daños al mobiliario urbano por un valor superior a medio millón de Euros, han esparcido y quemado las basuras sin respetar las entradas de colegios ni hospitales.

Se puede entender y respetar el derecho de los trabajadores a  la huelga, pero no se puede comprender que para reivindicar lo que consideren justo, corten carreteras, destruyan mobiliario y tomen secuestrados a sus conciudadanos a los que ya no solo no permiten realizar sus necesarios y a veces urgentes desplazamientos.

En algunas industrias los efectos de las huelgas se vuelven contra los propios trabajadores, ahuyentando a posibles clientes, como es el caso de los astilleros gaditanos que desde hace muchos años son sinónimo de conflicto, en los que las justas razones para la protesta quedan empañadas por los actos de vandalismo que las acompañan.

¿A qué esperan los políticos para acordar una Ley de Huelga?  

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