Aglutinar varios
movimientos ciudadanos surgidos del descontento y la crisis económica estilo 15
M, añadir unas gotas de radicales anti sistema, un chorreoncito de votantes de
izquierdas desilusionados de IU y PSOE, agítese y sírvase muy caliente en un
bien estudiado y mejor realizado marketing.
Nada de programa mínimamente realizable,
mucha demagogia y populismo y mensajes radicales dirigidos a un público muy
concreto y ansioso de escuchar determinados
discursos. El modelo: la republica venezolana del chavismo, de donde ha
recibido 3,7 millones de Euros en subvenciones la fundación de Pablo Iglesias,
Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS), según información del periódico
El País de 17 de Junio.
Las elecciones europeas, recientemente
celebradas, añaden un factor determinante: Los españoles no le damos a estas
elecciones la importancia que merecen, no somos conscientes de su importancia y
los efectos directos de sus resultados en nuestras vidas.
La abstención de los tradicionales
votantes del PP y PSOE, en una especie de castigo por descontento, favorece a
los partidos pequeños cuyos votantes son más fieles y conscientes de la
importancia de acercarse a los colegios electorales. La abstención no gana
elecciones, más bien favorece que otros las ganen. Hay que aprender esa
lección.
Pablo Iglesias, el líder de Podemos,
profesor universitario, de ideas radicales de izquierda que llega a justificar
algún grado de violencia, es muy buen comunicador, acertó en el nombre del
partido, sacado de un eslogan deportivo pegadizo y muy popular, y ha
aprovechado con inteligencia las muchísimas oportunidades que le han dado las
televisiones, quizás poco conscientes del fenómeno político que estaban
impulsando.
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