A seis meses de las
elecciones municipales y autonómicas de Mayo de 2015, día sí y otro también
aparecen encuestas de opinión o intención de voto, patrocinada por diferentes
medios de comunicación, que nos pronostican, en líneas generales, la caída
estrepitosa del bipartidismo y el alza hasta la mayoría del populismo.
Como aún queda mucho tiempo, al ritmo que vamos y sumando las
del CIS y los medios, no bajaremos de unas treinta encuestas más, debidamente cocinadas
para que salga lo que convenga, según a quien y cuando.
No alcanzo a comprender como algunos medios están tan
interesados en resaltar, y repetir hasta la saciedad, la que se nos viene
encima con la victoria incontestable de Podemos y la práctica desaparición de
PP y PSOE. Puede haber dos motivos: asustar a los votantes de los, hasta ahora,
partidos de gobierno para que reaccionen, acudan a las urnas y recobren el voto
perdido o por el contrario han sido seducidos por Pablo Manuel Iglesias y verdaderamente
propician su triunfo.
Sea cual sea la motivación, lo que no me cabe duda es de que
todas las encuestas, incluidas las del CIS, pasan convenientemente por cocina.
Un amigo, al que creo a pies juntillas, me comenta haber recibido una llamada
de Metroscopia para preguntarle por su intención de voto, advirtiéndole
previamente que solo estaban interesados en la opinión de las personas cuya
edad fuera inferior a 55 años, los mayores no interesamos.
Personalmente, esta vez por Internet, también he tenido la
misma experiencia. En una encuesta de opinión, no para venderme un coche, una
serie de preguntas previas personales, aparentemente inocentes, para terminar
leyendo en pantalla: “Lo sentimos, no da Vd. el perfil requerido para esta
encuesta”.
Luego pasa que los resultados de las elecciones no se parecen
demasiado a los pronósticos de las encuestas, que casi nunca aciertan. Ahora
sabemos una de las razones: las encuestas eligen el perfil del encuestado y
además, y sobre todo, los “encuestados” en las elecciones somos millones de
españoles y las encuestas, incluido el CIS, no pasan de unos pocos miles convenientemente
seleccionados.
Ya lo decía Churchill: solo creo en las encuestas que he manipulado". Respecto a Podemos, el asunto inquieta incluso a Marruecos. Esperemos que aquí sirva de revulsivo para políticos y medios de comunicación. Por otra parte, el bipartidismo ha pisado muchos callos a lo largo del tiempo y ahora hay quien quiere pasarles factura, fuera y dentro de los propios partidos.
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