sábado, 19 de diciembre de 2015

EL INSULTO

Publicado en el Diario de Cádiz el sábado 19 de Diciembre de 2015


               Al margen de que cada debate sea considerado por sus organizadores como “decisivo”, sea a cuatro, tres o dos, el último de la serie, celebrado el pasado lunes 14, ha añadido un nuevo y triste elemento  a estos programas televisivos: el insulto.
         ¿Que hacer ante un insulto directo y personal de uno de los candidatos a otro? ¿Levantarse de la mesa tras el “hasta aquí hemos llegado”? ¿Responder con otro insulto, si es posible de más calibre? ¿Hacer como que no se ha oído?
         Cualquier respuesta será interpretada por los adversarios políticos como un desplante, una falta de recursos, una cobardía…Difícil adoptar la respuesta adecuada, pero en cualquier caso queda la evidencia de una degradación del nivel de educación, del detestable nivel político de quien se postula para Presidente del Gobierno de la Nación y utiliza el insulto personal como arma de debate.
         Para mí, en el momento en que se inicia el intercambio de insultos, el debate se ha terminado, si es que en algún momento se había iniciado, porque no recuerdo propuestas positivas, exposición de programa, soluciones a los problemas de los ciudadanos.
         Realmente, siento decirlo, ninguno de los dos máximos aspirantes a gobernarnos los próximos cuatro años estuvo a la altura que cabría esperar de ellos. El insulto es el último recurso de quien no tiene argumentos para debatir, me da igual sea aspirante o defensor del título, no se justifica ni como ataque ni como defensa. Hemos perdido los papeles y apañados vamos si esto es lo mejor que puede ofrecer la sociedad española para gobernarse.
         No he oído a posteriori las disculpas al adversario y a los ciudadanos por la pérdida de la compostura exigible. No creo que lo haga ninguno de los dos.
         El debate, o el simulacro de debate, no sirvió para aclararnos las propuestas de estos candidatos, ni creo que hayan supuesto para ellos una mejora en las perspectivas electorales, si acaso todo lo contrario. Se dice que el vencedor del debate a cuatro fue el ausente, porque los cuatro debatientes estuvieron por debajo de sus posibilidades. En el cara a cara no hubo vencedores, pero si vencidos: los dos representantes políticos presentes y la calidad de la democracia española.

sábado, 5 de diciembre de 2015

PUEDO PROMETER Y PROMETO

Publicado en el Diario de Cádiz el sábado 5 de Diciembre de 2015


          Que lejos quedan aquellas palabras del que entonces, junio de 1977, era candidato a Presidente de Gobierno de España. Aquel discurso, de Adolfo Suarez, lleno de contenido y sinceridad me recuerda el “I have a dream” de Martin Luther King en agosto de 1963, o el “Programa, programa y programa” del líder comunista Julio Anguita en 1997.
      Son tres muestras de políticos de talla. Cada uno en defensa de sus ideas, de sus proyectos, tan distintos y distantes entre sí, pero tan sinceros que las mantuvieron firmemente, pudieran o no realizarlas.
         Hoy, en España, en plena campaña electoral, oyes a los políticos y da la sensación que están en una subasta de votos, ofrecen lo que haga falta, aunque no crean en lo que dicen y sepan que su realización es imposible.
         Algunos prometen, por ejemplo, cambiar la Ley Electoral cuando han tenido mayorías parlamentarias suficientes para hacerlo y no han tocado ni una coma. O no hacer recortes en pensiones o subir impuestos, cuando lo han hecho en el pasado y, como Bruselas exige cumplir los objetivos de déficit, no dudarán en volver a hacerlo, por mucho que prometan lo contrario.
         Prometen suprimir el Senado, las Diputaciones, fomentar las uniones entre municipios para adelgazar las administraciones y el consiguiente ahorro presupuestario, pero no han sido capaces ni siquiera de plantearlo en 40 años de democracia.
         Prometen reformas constitucionales, obviando que cualquier reforma exige el acuerdo de una amplísima mayoría, precisamente para evitar que un solo partido pueda hacer “su Constitución” como ha ocurrido demasiadas veces en nuestra Historia.
         Nadie promete un Pacto por la Educación, o por la Justicia, absolutamente imprescindibles para salir de este interminable día de la marmota que empieza cada nueva legislatura.
         Ya deberíamos estar de vuelta de tanta promesa incumplida. Las campañas  ya no son solo esas propuestas programáticas en busca del voto, ahora se centran también en atacar al contrario, no su programa, no sus ideas, sino a las personas. Esos son nuestros políticos de hoy. Más que nunca hay que pensarse mucho a quien damos el voto. Nos jugamos demasiado.